Loco por ella

Tras ingresar voluntariamente en el centro psiquiátrico donde reside la mujer de la que se ha enamorado, Adri descubre que salir de ahí no le resultará nada fácil.
Loco por ella tiene un original punto de partida, donde Adri conoce en una loca noche a Carla, la chica de sus sueños, de una discoteca pasan al convite de una boda y de ahí al lecho nupcial… ¡antes de que se presenten los recién casados! Y sí, esa chica tan especial y loca… está loca de verdad, pues finalmente Adri, periodista en una revista, se entera de que reside en un sanatorio mental donde tratan su trastorno bipolar. Tan enamorado anda de ella, que finge tener problemas psíquicos para que le admitan en la residencia. Allí descubrirá que las cosas no son exactamente como se imaginaba, pero a cambio aprenderá a entender un poco mejor a los enfermos mentales.
Dani de la Orden presenta una trayectoria irregular en el terreno por el que es conocido, la comedia, quizá su mejor film es El mejor verano de mi vida, aunque tampoco era redondo. Aquí lleva a la pantalla el guión de dos de sus colaboradores en anteriores proyectos, Natalia Durán y Eric Navarro, y cabría decir que lo que han escrito merece también el diagnóstico de trastorno bipolar, con subidones y bajones, y cambios de tono que chirrían.
Hay momentos humorísticos muy logrados, con buena química entre Álvaro Cervantes y Susana Abaitua. Pero el intento de ponerse serios con las enfermedades mentales, para decir que no hay que creerse que basta el cariño del entorno para superarlas, puede ser desmentido o al menos puesto en duda a renglón seguido, con variaciones argumentales que se diría que validan lo que dice un personaje en un momento dado de modo superficial, “querer es poder”. Es el tan traicionado principio de no-contradicción en nuestra sociedad de pensamiento líquido, en que puede sostenerse una cosa y su contraria, y no paaaaasa nada. Tal postura, en un guión, no deja de pesar.
Considero que De la Orden está destinado a lograr mejores comedias, pues aquí da todo el tiempo una de cal y otra de arena, como dirían en el “cole”, “necesita mejorar”. El arranque en el bar es anodino, y solo pasados unos minutos la cosa se anima para bien; la subtrama del compañero de habitación con manía persecutoria, interpretado por Luis Zahera, con componente dramático, funciona en las escenas de las visitas familiares, pero fracasa estrepitosamente en el intento de fuga. Los momentos de sexo son un error, que solo aportan carnaza y alejan al público familiar. La persecución automovilística es un disparate que no pega ni con cola, hace falta ser un genio para insertar un momento así y que funcione. En cambio hay un acierto en los personajes secundarios y los actores que los interpretan, está especialmente bien Clara Segura como la directora del “manicomio”, con perdón.
